Resulta obvio que correr en cinta no es lo mismo que hacerlo al aire libre, pero existen multitud de mitos alrededor de las cintas de correr que merece la pena desmentir. Vamos a hacer un repaso rápido de cuáles son los pros y las contras de entrenar en cinta. ¡Seguro que te vas a sorprender!
Ventajas de una cinta de correr
Correr en cinta tiene un gran número de ventajas que en ocasiones pasamos por alto. Es un aparato de gimnasia que tiene beneficios para todos los rangos de edad, vamos a ver los principales:
- Disponer de una cinta de correr te permitirá entrenar en cualquier época del año, con independencia de la meteorología que haya fuera. Da igual que diluvie, que la temperatura esté varios grados bajo cero o que haga un sol asfixiante. Correrás a temperatura estable y te ahorrarás un posible resfriado o una insolación.
- Al punto anterior se suma el hecho de que la seguridad aumenta exponencialmente. No estás expuesto/a al tráfico, a imprevistos, a irregularidades de la superficie de carrera y otras circunstancias que pueden provocar o propiciar sufrir un accidente o una lesión.
- Podrás mejorar tu técnica de carrera de una forma más eficiente que si corrieses al aire libre. Piénsalo, estás en una habitación, no tienes distracciones, así que podrás centrarte más en tu postura, en cómo efectúas los apoyos, cómo acompasas la respiración al ritmo o cómo colocas los brazos.
- La cinta te ayudará a entrenar a ritmos altos y/o constantes. A mucha gente le cuesta mantener un ritmo determinado durante la carrera, realizando variaciones de velocidad que terminan lastrando su rendimiento. Marcar una velocidad determinada te ayudará a regular tus zancadas manteniendo un ritmo constante.
- Por lo general, suponen un menor impacto para las articulaciones que el pavimento de la ciudad. Prácticamente todas las cintas cuentan con un sistema de amortiguación, por pequeño que sea, que reducen sensiblemente la fuerza generada en el impacto del pie contra el suelo en la denominada fase de aterrizaje, que se inicia cuando el pie toca el suelo y comienza la translación desde delante hasta atrás para impulsar el cuerpo.
- La actividad física que ejercemos sobre una cinta de correr reduce la presión arterial y ayuda a fortalecer el sistema cardiovascular. Al igual que ocurre con la práctica de este deporte en la calle o de una caminata a paso ligero. En cualquier caso, recuerda visitar siempre a un médico especialista en medicina deportiva para descartar cualquier tipo de dolencia o afección antes de ponerte a realizar éste u otro tipo de ejercicio.
- Son varios los estudios que concluyen que la densidad ósea y el tono muscular aumentan al realizar una actividad que implica caminar y/o correr, con las ventajas que esto conlleva.
- Son fáciles de utilizar y recomendables para todo tipo de personas con independencia de su edad y nivel. La utilizan desde jóvenes que quieren empezar a correr, hasta mayores para quienes la cinta se convierte en una opción efectiva para caminar regularmente cuando algún agente externo se lo impide (meteorología, barreras arquitectónicas, alergias…). Las utilizan tanto noveles como profesionales, ya que permite aprender a correr correctamente de una forma fácil y progresiva, así como perfeccionar la técnica de carrera.
Mitos sobre cintas de correr
Como decíamos al principio, el mundo del running indoor (correr en interiores) está expuesto a falsos mitos que son fácilmente desmontables por si mismos. Vamos a ver algunos de ellos:
Correr en cinta supone más esfuerzo que correr en la calle
FALSO. La inercia de la propia cinta facilita el arrastre del pie hacia atrás, por lo que realmente supone un menor esfuerzo muscular para impulsar el cuerpo hacia delante. Tampoco hay factores limitantes externos, como viento en contra, frío, distracciones visuales, irregularidades en el terreno, etc.
A esto se suma el hecho de que, salvo que estemos trabajando sobre un programa o variemos nosotros/as mismos/as la velocidad, el ritmo de carrera se mantiene constante, sin altibajos, por lo que el desgaste físico suele ser mejor.
Correr en cinta y correr al aire libre es lo mismo
FALSO. Si tu objetivo es entrenar, la cinta debería ser un complemento a la práctica del running en exteriores. El motivo es muy sencillo y deriva el punto anterior: el arrastre de la cinta reduce sensiblemente el trabajo la musculatura extensora e inhibe el uso de algunos músculos como pueden ser los glúteos o ligamentos.
El arrastre de la cinta también reduce drásticamente la fase de impulso, ya que el esfuerzo es inferior al que realizaríamos sobre una superficie estática, por lo que la sensación general de esfuerzo es menor, pese a que la temperatura ambiente, la ausencia de viento que refresque los músculos y reduzca la temperatura corporal y el hecho de sudar más por estar en una estancia cerrada, puedan hacernos creer que el esfuerzo es mayor al real.
Correr en cinta daña las articulaciones
FALSO. Es cierto que el desplazamiento de la cinta (motivado por el motor) supone para nosotros un menor esfuerzo muscular de cara a desplazar nuestro cuerpo hacia adelante, pero por su estructura es una superficie mucho menos agresiva que el asfalto, ya que la propia banda de caucho y la estructura de la cinta amortiguan ligeramente la pisada.
Si además la cinta cuenta con un sistema de amortiguación adicional, es obvio que el impacto que tiene la cinta sobre las articulaciones ya no sólo es mucho más suave que sobre el asfalto o cemento, sino que puede llegar a ser equiparable a otros terrenos más blandos como la tierra.
Aquí conviene dejar claro también que, al igual que ocurre en la calle y/o montaña, el calzado técnico juega un papel muy importante. Es conveniente calzar unas zapatillas de running adecuadas a nuestro peso corporal y a nuestro tipo de pisada (supinadora, neutra o pronadora).
Desventajas de las cintas de correr
Realmente los puntos negativos de las cintas de correr se cuentan con los dedos de una mano y, más que contras que afecten negativamente a nuestra salud, hablamos de sensaciones equívocas motivadas por el modo de funcionamiento de las cintas y nuestra propia percepción:
- Menor gasto calórico. Como venimos diciendo en todo este artículo, la inercia de la cinta inhibe y reduce el uso de algunos músculos. La ausencia de factores climatológicos limitantes como el frío, el viento en contra o las irregularidades del terreno también juegan a nuestro favor para realizar un menor esfuerzo a la hora de correr el mismo número de metros. La amplitud de zancada también está limitada a la superficie de carrera que ofrezca la cinta, por lo que al final las energías invertidas en correr en cinta siempre son ligeramente inferiores a correr en la calle. Algunos estudios indican que correr al aire libre quema, aproximadamente, un 5% más de calorías que en interiores o cinta.
- Menor motivación. Depende de dónde ubiques tu cinta y de cómo de ambientada tengas esa estancia, el paso del tiempo puede jugar en contra de tu fuerza mental, volviéndose una actividad monótona y aburrida. No hay paisajes que contemplar, charlas con otros/as corredores/as ni rutas alternativas más divertidas a la que estamos trazando. Pero como en todo, la imaginación y las ganas hacen mucho.
- Necesidad de mayor hidratación. En la mayor parte de los casos, la cinta se encontrará en un espacio cerrado, con menor ventilación que al correr al aire libre y con una temperatura que probablemente no contribuya a reducir el calor generado por tus músculos al correr. Esto se traducirá en la necesidad de beber de manera más frecuente para mantener el cuerpo en buen estado y saciar la sensación de sed, fruto de una deshidratación más rápida.